La génesis de esta novela
Esta novela es deudora de una tesis doctoral escrita por mi
madre, la profesora e historiadora Montserrat Toldrà. Durante más de cinco años
pasó largas horas investigando en el Archivo de la Corona de Aragón y en más de
veinte archivos de Cataluña, Valencia y otros lugares. Viajó por diferentes
ciudades, visitó bibliotecas y monasterios y desempolvó documentos intactos
durante siglos. Leyó la numerosísima correspondencia que se conserva de la
reina María, crónicas de la época, documentos notariales y las actas del
Dietario de la Generalitat. En esa tarea contó con una ayuda incondicional: la
de mi padre, catedrático de lenguas clásicas, que la ayudó con las traducciones
de todos los documentos en latín. Horas de lectura, estudio, síntesis y
compilación dieron como fruto un monumental trabajo que recoge la vida de esta
mujer extraordinaria, eclipsada por la brillante figura de su marido y a menudo
ignorada por los manuales de historia.
María de Trastámara, princesa de Castilla y reina de Aragón. Leyendo la tesis, quedé fascinada por el personaje. Me sumergí en la epopeya de la reina y su mundo: las cortes, los consejeros, los orgullosos nobles, los diplomáticos obispos, las mujeres luchando por su lugar en una sociedad que vivía los dolores de parto entre el otoño de la Edad Media y la alborada del Renacimiento. Por sus páginas desfilan abadesas, condesas, viudas, beguinas y doncellas; frailes y piratas, moros y judíos, artesanos y mercaderes, poetas y músicos, médicos y curanderas. Y, por encima de todo, una presencia que impregna toda la vida de María, que la vertebra y le da fuego y sentido: la del rey conquistador de Nápoles, Alfonso V de Aragón, el Magnánimo.
Una protagonista injustamente olvidada
La reina María merece un lugar propio en la historia. Fue
una mujer frágil de cuerpo, pero fuerte de espíritu, que supo gobernar con
firmeza y diplomacia. Encarna el ideal de una reina justa y al mismo tiempo
clemente. Pero, por encima de todo, María fue una mujer enamorada. El amor no
correspondido por su esposo dominó y sostuvo toda su vida. Su fidelidad al
monarca era férrea y él lo sabía. Por eso no dudó en nombrarla, repetidas
veces, lugarteniente general de sus reinos, dándole poderes absolutos
equiparables a los del mismo rey.
Los documentos de la tesis traslucen el carácter de María y
su consciencia de estar cumpliendo un deber que aceptó y acogió con todas sus
fuerzas. Tras su rigor como gobernante late una gran pasión; la pasión que la
enfermó pero, que al mismo tiempo, la mantuvo viva hasta la muerte de su
esposo.
En la novela he intentado recoger la voz de la reina. María recuerda y abre su corazón. Nos habla de los hechos que recogen las crónicas y nos habla de la historia íntima de su alma. Más allá de los datos históricos, transmite una experiencia, un deseo y una misión.
Trasfondo histórico
A la hora de escribir, he tenido que seleccionar entre
muchos acontecimientos, datos y anécdotas recogidas en la tesis. He escogido
unos cuantos y he obviado muchos otros. Espero haberlo hecho con el suficiente
acierto como para transmitir la voz y el carácter del personaje principal y, al
mismo tiempo, dibujar un panorama consistente de una época histórica
fascinante: la primera mitad del siglo XV. Mientras los reinos hispanos se
debatían entre las intrigas nobiliarias y las ambiciones de los infantes de Aragón, Europa presenciaba la resolución de un largo cisma papal y los últimos
coletazos de la Guerra de los Cien Años; el Mediterráneo era un campo de
batalla entre piratas, mercaderes y traficantes de esclavos, en Oriente el
turco amenazaba Constantinopla y en Italia sus poderosas ciudades asistían a la
eclosión artística y cultural del Renacimiento.
Una novela histórica tampoco es una crónica. Por eso los
hechos y los datos están pasados por el filtro del personaje y presentados a
partir de su vivencia, de su corazón, de su sentir. Al mismo tiempo, he
procurado ser rigurosa a la hora de dar nombres y detalles, manteniéndome fiel
a una cronología exacta, de modo que el lector pueda encontrar en este libro lo
que los clásicos decían que debía tener toda obra literaria: instrucción y
placer, enseñanza y deleite. Sí, se puede aprender un poco de historia leyendo
esta novela, pero sobre todo he intentado forjar un retrato de su protagonista,
la reina María, atreviéndome a ir un poco más allá de los cronistas y a
expresar lo que posiblemente pensó, sintió y deseó.
¿Quién fue la reina María?
María es un personaje injustamente olvidado. Fue una mujer
de su tiempo, apasionada, emprendedora, inquieta intelectualmente y valiente en
los momentos más decisivos. Ejerció su cargo como lugarteniente de su esposo,
el rey Alfonso V el Magnánimo, y se
mostró como gobernante íntegra y firme, hábil negociadora y una defensora del
derecho y la justicia. Protectora de las mujeres, de los niños y los pobres,
incluidos los moros y los judíos; justiciera implacable con los criminales, y
al mismo tiempo compasiva y maternal con los que dependían de ella. Pese a su
escasa salud, fue una mujer fuerte; pese a no ser amada, fue una esposa fiel;
pese a no tener hijos, fue una gran madre.
En la tesis de Montserrat Toldrà se puede vislumbrar un
personaje cautivador, inmerso en un momento histórico tempestuoso y de grandes
cambios. María de Castilla, reina de Aragón y condesa de Barcelona, supo
afrontar los retos del tiempo que le tocó vivir, y lo hizo sin dejar de ser
fiel a sí misma y al gran amor que se convirtió en el eje y la razón de ser de
toda su vida.
Para más información y para profundizar en el personaje y su época, la tesis sobre la reina María está accesible en la web de la Universidad de Barcelona, con el título María, reina de Aragón y condesa de Barcelona.
Comentarios
Publicar un comentario